Se ahogan en la sal que acariciaba las manos de las hojas que faltaban sangrar, quizás recorriendo un poco más esas alas que habían mordido el suelo, estrelladas alguna vez. Pero ahora se dedican a esparcirse en esa nublada corriente de ríos y lagunas que vamos a ver en profundos pozos años mas tarde, cuando se olvide lo inolvidable.
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