paisajes que pierden la calma,
un café que late melodias agotadas,
arrancados potes de estrellas del alma.
Una soga a la deriva, soltandose
de toda la arena perdida, todas
las cartas que solían recibir, llenas
de encantos sin magias, caricias sin manos.
Secuestradas en algun armario
saturado de ropas de moda,
presienten que llegó el momento,
no soy quien debe partir.
Todo se sabe, y no hay sospechas,
el mantel derramado en la mesa,
alguien detrás de la puerta asecha,
endulzando calabozos de esta necia cabeza.
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