Había una vez un ciempiés hartamente frustrado por no conseguir llegar a la cima de la torre, donde no aguardaba nadie más que el silencio transportado y convertido en perfume y avena para el alma, iluminando estaciones, acallando ecos, empañando sensaciones. Esta vez, con una manta de color gris oscuro, casi por caer, somos potenciados por un callejón y un incienso de notas pasajeras que no dejan nada detrás, marcas malévolas, sobrevuelan el calmo césped, acarician calladas melodías, témpanos acarreando sueños por descubrir, por soñar, por sentir. Esa voz que gira dentro tuyo, esa cuna que no te mece, ese relámpago que acabó con tus placeres, dulces, interminables, ahora amargos, lloran buscan, visten de fríos aromas un campo solitario, flores secas, olvidadas en algún rincón.Pero no desesperes, es preciso saber que se puede salir, las ventanas y las puertas abren aún, es necesario hacer uso de ellas para no quedarnos atrapados, encerrando penas y ocultando nuestros bosques en ellas,
S A L T A !
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